Saber qué nos inspira es lo que nos mueve. Me inspira ver el mar y su movimiento, me inspira escuchar las olas y los pájaros por la mañana al despertar, me inspira saber qué voy a hacer hoy y qué objetivos tengo para este día que es nuevo, me inspira vivir en calma, me inspira hacer lo que me gusta…¿Y qué es lo que te gusta? Esta es la gran pregunta, esa que tanto me gusta hacer a los niños, dándome cuenta de que algunos, los más despiertos saben qué les gusta y tal como se van durmiendo, dejan de saber qué les gusta, y es así es como avanza el proceso de crecer y hacernos mayores.
¿Cuál es la diferencia entre las personas felices y las quejicosas?
Una de las grandes diferencias es que las felices mantuvieron su espíritu infantil y saben lo que les gusta, lo que les inspira, aquello con lo que disfrutan y con más o menos esfuerzo, con más o menos sobresaltos, con más o menos valentía…lo ponen en práctica, es lo que hacen en su vida.
Las personas quejicosas, aprendieron a serlo un día, entraron en la comodidad de la queja, sí amig@, LA QUEJA OTORGA COMODIDAD a quien la practica. En nuestro sistema de creencias que cada uno ha ido aprendiendo a lo largo de su crecimiento y madurez, la instalación de la queja como forma de estar en la vida y ver la vida, es una creencia que marca el sentido de quien la tiene instalada. Ojo! instalada y entrenada, pues como todo, vivir en la queja es algo que también se practica. Te levantas y ya observas qué te molesta o te va a molestar, enciendes la radio o la tele y los que viven con tu misma creencia, te lanzan las quejas mundiales, de las cuales tú acoges entre tus redes quejicosas aquello que te viene bien para seguir alimentando las tuyas propias. Y así llega el día perfectamente encaminado para que las cosas se vayan torciendo y poder así decir que otros se han encargado de que la vida sea nefasta. Y de este modo, el quejicoso no ha tenido que hacer ningún esfuerzo extra, vivir desde la queja le dá la oportunidad de no hacer más esfuerzos que el de respirar y dejarse llevar por la corriente.
Sin embargo, la persona feliz, también se entrena solo que en sentido contrario a la quejicosa y con más ahínco, pues los felices parece que van contra corriente. Se levanta por la mañana y pone atención por escuchar en la calle aquello que le inspira, el aire, el mar, el sonido de las cafeterías al iniciar el día…cualquier cosa de las que ya ha detectado que le gusta, hay que poner mucha atención para escucharlo y así meditar activamente y visualizar el día que quiere vivir desde la calma. Continúa y busca en la radio esa sintonía que le ofrece música, musiquita para animarse y un momento para mover el cuerpo y despertar el ánimo. Sale de casa y obviará los comentarios constantes de las personas que alrededor o en el café saben a rancio para no dejarse contaminar por aquello que no le aporta nada más que dolor. Y de ese modo continuará trabajando a lo largo del día inspirándose en el trabajo bien hecho y resolviendo los vaivenes que se le presentan para salvar los impedimentos y poder así disfrutar de lo bueno que tiene, que considera que es mucho.
Apreciar lo pequeño y bueno que tiene es una gran labor pues es necesario no perder la atención para apreciarlo. Más aún si tenemos en cuenta que demasiados entornos hoy no acompañan y que si quieres vivir feliz, el esfuerzo que has de hacer, es aún mayor. La persona feliz es valiente, pues el esfuerzo para llegar al final del día, con su dosis de felicidad, aunque cansada, ha sido tremendo, pues solo ir salteando la contaminación del entorno, se convierte en una escalada de gran altura.
¿Qué eliges tú cada día?
Es una decisión la que tomamos en nuestra vida y hay que tenerlo claro para que la corriente de los entornos enfermos no te arrastren en el día a día. 🙂 ¿Queja o Felicidad?