Un equipo que funciona bien no es aquel que depende de su líder para cada decisión, sino aquel que sabe actuar con criterio propio, asumiendo la responsabilidad de sus acciones.

La autonomía no significa “cada uno por su cuenta” ni la responsabilidad es sinónimo de “cargar con todo”. Más bien, son dos caras de la misma moneda: cuando las personas tienen libertad para actuar y, al mismo tiempo, entienden el impacto de sus decisiones, el equipo crece en eficiencia, compromiso y confianza.

Pero lograr este equilibrio no es cuestión de dar discursos motivacionales. Se construye con acciones concretas. Aquí te dejo algunas claves que aplico en mi trabajo con equipos:

Comparte el propósito y los objetivos

Las personas necesitan saber para qué hacen las cosas. Si un equipo solo recibe órdenes sin entender el propósito, actuará de manera mecánica y sin iniciativa. En cambio, cuando todos tienen claro el objetivo, toman mejores decisiones sin necesidad de supervisión constante.

🔹 Ejemplo: En una formación con un equipo de responsables de tienda, nos dimos cuenta de que los empleados no tomaban decisiones de cara al cliente porque solo recibían instrucciones sobre lo que no podían hacer. Reformulamos la comunicación y establecimos principios claros de atención al cliente con cierto margen de maniobra. ¿El resultado? Más iniciativa, tiempos de respuesta más ágiles y clientes mejor atendidos.

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Confía y deja espacio para decidir

Si cada paso debe pasar por una validación, la autonomía desaparece. La confianza es el pegamento de los equipos que funcionan bien. Y la única forma de fomentarla es demostrar que realmente crees en el criterio de tu equipo.

💡 Clave: En una sesión con un equipo directivo, trabajamos la transición de un liderazgo basado en el control a uno basado en la confianza. Se pidió a los managers que, en lugar de responder directamente a las preguntas de su equipo, devolvieran la cuestión con un ¿cómo lo resolverías tú? La diferencia fue inmediata: las personas dejaron de esperar órdenes y empezaron a asumir responsabilidades con seguridad.

Normaliza el error como parte del aprendizaje

Si en un equipo hay miedo a equivocarse, nadie tomará la iniciativa. Un equipo responsable no es el que nunca falla, sino el que aprende y evoluciona con cada experiencia.

📌 Ejemplo real: En una empresa del sector financiero con la que trabajé, los empleados no tomaban decisiones por miedo a cometer errores y recibir sanciones. Durante las sesiones de formación, creamos un espacio de “errores seguros”, donde analizamos casos reales sin buscar culpables, solo aprendizajes. Poco a poco, el equipo empezó a asumir más responsabilidades sin temor, porque entendieron que lo importante no era evitar fallos, sino aprender de ellos.

Da autonomía, pero con marcos claros

Ser autónomo no significa hacer lo que se quiera sin límites. La autonomía bien gestionada se basa en reglas claras que sirvan de guía.

🔹 Ejemplo: En un taller con jefes de equipo de una empresa tecnológica, vimos que el exceso de autonomía sin un marco claro generaba caos: cada persona entendía las prioridades de manera diferente. Trabajamos en definir un sistema de toma de decisiones con tres niveles:
Decisiones que cada persona podía tomar por sí misma.
Decisiones que requerían consulta con el equipo.
Decisiones que debían ser elevadas a la dirección.
Este sistema ayudó a que la autonomía tuviera estructura y que las personas asumieran su responsabilidad con mayor claridad.

Crea un entorno de confianza y colaboración

Los equipos autónomos no trabajan en aislamiento. Necesitan sentir que forman parte de algo más grande y que cuentan con el apoyo de los demás. Cuando hay un ambiente de confianza, las personas asumen más responsabilidades porque saben que no están solas.

🔹 Ejemplo: En una sesión sobre liderazgo en una empresa del sector energético, los managers descubrieron que la falta de autonomía en su equipo no era solo un problema de confianza, sino de falta de colaboración entre departamentos. Implementaron reuniones interdepartamentales más fluidas, lo que permitió que los equipos tuvieran más información y pudieran tomar decisiones sin esperar respuestas eternas de otras áreas. Resultado: más agilidad y mejor trabajo en equipo.

💬 Cuando un equipo encuentra el equilibrio entre autonomía y responsabilidad, todo fluye mejor. No solo mejora el rendimiento, sino que crece el compromiso, la creatividad y la satisfacción de quienes lo integran.

¿Tu equipo es autónomo? ¿Qué prácticas aplicas para potenciar la responsabilidad? ¡Me encantará leerte!